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Quiero publicar mi libro, ¿debo esperar el OK de una gran editorial?

Como escritores, una vez tenemos terminada nuestra obra (ya sea un poemario, una antología de relatos o una novela) nos encontramos ante la eterna pregunta: “¿Y ahora qué?”.

La tradición, la inseguridad y a veces incluso algunos amigos nos dicen “envíalo a una editorial para que lo valoren, ellos te dirán si es bueno”. No es mi intención con este artículo desacreditar el trabajo de los editores (yo misma soy la encargada de seleccionar las obras que se publican en una de nuestras editoriales), sin embargo, creo que es importante que dejemos de pensar que su palabra es la última, definitiva y absoluta contenedora de la verdad.

En más de una ocasión he dicho a algún alumno: la literatura no son matemáticas. Si bien es cierto que existen unas técnicas que han servido de base a millones de obras clásicas, la lectura de un texto y nuestra reacción ante el mismo está supeditada a nuestra propia experiencia y a nuestros propios gustos. Y a pesar de que existen criterios objetivos para la evaluación de una novela o relato, la verdad es que LOS EDITORES SON PERSONAS y, como todos, también NOS EQUIVOCAMOS.

Seguro que hemos oído cientos de veces acerca de las cinco editoriales que rechazaron el manuscrito de una rubia inglesa con tendencia a la depresión. ¿No? Una tal J.K. Rowling, una tipa que me parece que tiene más dinero que la Reina pero ¿yo qué sé? Solo soy una editora.

Hablando en serio, pensemos en nuestra propia obra. Vamos a suponer que la enviamos a una editorial y que esta incluso se toma la molestia de respondernos que no es publicable. ¿Qué vamos a hacer? ¿Tirar meses, años de trabajo a la basura porque una persona opinó que no era buena? Incluso si nos dedicamos a coleccionar cartas de rechazo ¿cuántas personas habrán leído realmente el libro? ¿es una muestra válida del universo al que queremos llegar?

Afortunadamente, queridos escritores (y queridos lectores), las cosas están cambiando. Ya no hace falta esperar la bendición del todopoderoso lector de manuscritos no solicitados, pues ahora existen los medios para llevar nuestro texto a auténticos lectores.

Algunos piensan en la palabra “autopublicación” como si fuera un taco. Si tuvieran que elegir entre ser calificado “Nazi, cazador de elefantes y promotor del uso de armas en menores de cinco años” y “autor autopublicado”, se quedan con la primera opción. Y me resulta un poco triste. Yo, desde este lado de la silla, pienso: “he de decirle a esta persona que no puedo publicar su libro, y estoy obedeciendo a criterios de mi editorial, pero sé que este libro podría tener lectores”. Cuando me he visto en este caso, suelo aconsejar al escritor que pruebe la autopublicación. Y los que han terminado aceptando se han quedado muy satisfechos.

Creo, honestamente, que el problema fundamental reside en que no nos atrevemos a CREER EN NUESTRA OBRA, nos da vergüenza decir “mira el libro que he escrito, es bueno, de verdad, he trabajado mucho en él”. Y no debería ser así. A todo el mundo le parece bien que los padres presuman de la belleza y habilidades de sus hijos. Pero cuando se trata de libros, parece que no esperar por la bendición del ser supremo nos convierte en arrogantes… o peor aún, en seres fracasados que lo han hecho como última opción. Pero ¿sabéis que os digo?Que la autopublicación tendría que comenzar a ser la primera opción. Aquí enumero algunas ventajas:

  • Tienes control total sobres los libros que has vendido.

  • El contacto con los lectores es más fácil, y os aseguro que es muy gratificante.

  • Ya sé que casi nadie hace esto por dinero, pero tú te quedas con todas las ganancias de tu libro, mientras que con edición tradicional solo recibes el 8% (el 10 en el mejor de los casos) por cada libro vendido.

  • Puedes decidir sobre la portada, formato, tipo de impresión, etc. Será realmente el libro que tú te habías imaginado.

  • Tú tienes la última palabra sobre el precio y canales de venta.

  • Aprendes sobre el funcionamiento del mundo editorial, participas en un juego del que conoces todas las reglas.

  • Y reconozcámoslo, aunque te publicara una editorial tradicional, el trabajo de promoción en redes sociales que tendrás que hacer será igual de intenso, así que, ya puestos, mejor que los beneficios de ese esfuerzo sean para ti.

En futuros artículos hablaremos de otros temas relacionados con la edición tradicional y la autoedición. Síguenos.

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